martes, 2 de abril de 2019

Diáspora

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Antonio Machado.

Los venezolanos no huyen de Venezuela, los venezolanos huyen de un gobierno y una "revolución" que les quitó los sueños, que les arrebató el pan de la mesa, que minimizó la educación y auspició el odio y el rencor. Con un puño cerrado golpeando la palma de la mano en señal de poder, se creyeron que podían alcanzar cualquier cosa siguiendo a un líder de patio de colegio, al bravucón que se escondía y huía cuando se ponía fea la situación. Ese que abrazaba a Cristo y al mismo tiempo le arrebataba la vida a miles de compatriotas, sin importar, sexo, edad o religión. Ese que regaló el fruto y las riquezas de nuestra tierra a diestra y siniestra para comprar conciencias y la benevolencia de gobiernos débiles y faltos de personalidad, que prefirieron ensalzar a un sátrapa, en vez de plantarle cara, porque a pesar de su odio por el capitalismo y su ideología, no son más que máquinas tragamonedas que de premios solo reparten limosnas al pueblo, para que sigan jugando, tenerlos atados y sumisos a sus pies.

Los venezolanos huyen, salen a recorrer caminos por los que Bolívar transitó y luchó, para liberar a los países que hoy nos abren las puertas. Hoy los venezolanos huyen y llegan hasta la Patagonia buscando libertad, esa libertad que ya no consiguen en Venezuela, porque aunque traten de ocultar nuestra realidad, es imposible tapar el sol con un dedo.

Muchas familias de venezolanos viven en diferentes latitudes, disgregadas y repartidas por el mundo, las lágrimas los acompañan cada día y sueñan con volver, sueñan estar juntos nuevamente, a compartir el pan en la mesa, a reir y llorar, pero juntos.

Mi respeto y admiración a todos aquellos compatriotas que aún siguen en pie de lucha, no fusil en mano, sino con la esperanza en el pecho, esperanza que el gobierno tiene como misión principal arrebatarle a todo el que aún sueñe con la libertad.

Hoy, Venezuela vive su peor momento, el más oscuro, el de mayor incertidumbre y desesperación, y es en este momento cuando debemos permanecer más unidos que nunca en oración y paz espiritual. Sé que no es fácil, pero debemos intentarlo y no desfallecer.

Mi nombre es Kassem y Soy Zuliano.

 

Música entre líneas

Se puso un listón y ató su pelo, aquella tarde de domingo y se quedó pensando en tí, recordándote, observando aquel osito dormilón que le regalaste, el día que con un besito te alejaste, una perla negra rodó por su mejilla y cansada de tanto recordar, salió a pasear.

Se puso el gabán y su sombrero, se mira en el espejo y ve a un hombre joven, cuando en realidad se siente como de 100 años, observa una hebra de cabello blanco que adorna su pelo y bajó los ojos a media asta, sí, su primera cana, noticia de su vejez. Para escapar de una realidad que lo ahoga, decide salir a caminar.

Y como si fuera cosa del destino, ambos en el parque tropezaron, se encontraron, se miraron...ella era fina y sencilla (pensó él), él un flaco con un conato de panza (pensó ella), hubo algo eléctrico entre los dos, que no saben como apareció, pero que los unió.

Fue un amor chiquitico que se convirtió en gigante, fue un amor para la historia. Ambos quedaron prendados uno del otro, él de sus ojos verdes que lo matan, nunca había visto tanta belleza. Ella de su barba que raspaba como lija y de sus caderas afiladas y escurridas. 

Él le propone que vayan al cine, y besarse entre mucha gente, ella le pide tiempo para conocerle. De algo están claros, que no saben que sucederá mañana y los momentos hay que vivirlos. Se sentaron en un banco del parque y el cielo fue testigo del beso que se dieron, niños jugando, palomas volando, todo se detuvo cuando sus labios se unieron, solo se escuchaba el latido de sus corazones al ritmo de tambores.

Se tomaron de la mano y se fueron caminando, ambos compartían la misma sensación, pensar que después de viejos queriendo y con todo el corazón, no es algo que le pase a todo el mundo, y ellos, privilegiados del amor, pueden darse por satisfechos que aunque tarde, llegó.

Mi nombre es Kassem y Soy Zuliano.

El discurso del bufón

Y fue así como el rey de pacotilla moría en la isla de los que no pensaron, de los desahuciados de espíritu, de los invertebrados de libertad, bajo la mirada de su maestro, el pupilo yacía sereno en la cama de un hospital en el paraíso de cartón, a su lado, los bufones de la corte mediocre que rige al país benefactor de las cuentas del continente.

Horas antes, en lo que sería su lecho de muerte, el rey de pacotilla buscaba preservar su imagen dentro del grupo de seguidores que lo idolatran, para ello debía identificar dentro de su corte de bufones al más inepto, al que maximizaría su labor a través de su incompetencia. No fue un trabajo fácil, ya que muchos cumplían con el perfil deseado, pero uno destacó entre todos, el perro fiel, el más maleable y manejable, el que trataría de imitarlo y solo sería una versión de poca monta del gran rey de pacotilla, de esa manera se le extrañaría aún más dentro del seno de su corte.

Fue así, como con su malvado ingenio llamó a quien sería su sucesor, condecoró al hijo predilecto y por real decreto lo convirtió en el "único" que podía continuar el legado, siendo la marioneta perfecta para los titiriteros de la isla, un reino que estaba en la ruina total, que fue rescatado y resurgió gracias a las riquezas obsequiadas por el rey de pacotilla, y que ahora deberían asegurar a toda costa. A ellos no les interesa el bienestar del reino, ni de sus súbditos, sino el suyo propio, es por eso que veían con buenos ojos la desaparición física del rey de pacotilla, ya que no podían poner en riesgo todo lo que habían conseguido, por lo que necesitaban perpetuar su control a través del mayor de los idiotas.

El bufón más tonto se convirtió en el rey bufón, y para dar inicio a su reinado de lo absurdo decidió dar un discurso. Todo se preparó, buscaron un logopeda que lo ayudaría en la modulación, utilizaron los servicios de un escritor de sandeces y alabanzas al rey de pacotilla y le encomendaron el texto que el rey bufón leería en cadena nacional, investido con bandas y condecoraciones que obtuvo gracias a ser el mejor lame culos del reino.

Todo se preparó para su alocución, a su alrededor aparecían todos gordos y rozagantes los que en otrora lucían lánguidos y famélicos, los que tienen sus manos llenas de sangre, sangre de ciudadanos de ayer y de hoy, pero a ellos les da igual, su ambición no tiene límites ya que la penumbra que arropa al reino, es luz en sus cuentas helvéticas.

Se acercó al atril temblando, en una mano las hojas con el discurso y en la otra una empanada a medio comer. Colocó las hojas, tropezó el micrófono y le pegó otro mordisco a la empanada. Comprobó el sonido con un "probando...1, 2, 3", llenando así el micrófono con restos de la empanada. La sala estaba repleta de plebeyos listos para aplaudir y vitorear al nuevo rey bufón. Justo antes de empezar se fue la luz del recinto, todos corrieron a buscar refugio ante un posible atentado, pero el rey bufón se quedó en su lugar, inmóvil, mirando a todos como corrían despavoridos, asumiendo un rol de poder y valentía, pero la realidad era que se había cagado encima, cuando no tuvo más remedio que andar, la huella de lo que sería su reinado quedó plasmada en el suelo de su palacio.

Mientras tanto en el cuarto de los fusibles, hijos del moribundo rey de la isla y de su hermano, disfrutaban viendo como los plebeyos corrían, mientras ellos jugaban a quitarle la energía al reino.

Mi nombre es Kassem y Soy Zuliano.