lunes, 24 de diciembre de 2018

Milagro de Navidad

Esperaba ansiosa el fin de mi jornada laboral para bajar y pasear por las tiendas, me encantaba ver los aparadores, imaginaba que me encontraba en una fiesta en el club luciendo uno de los grandiosos vestidos de los maniquíes y el cantante de La Billo's Caracas Boys José Luis Rodríguez me invitaba a bailar. Podía pasar horas caminando y observando, era mi hobbie, era mi único hobbie, si a eso le sumamos que es Diciembre, que las calles del centro de Maracaibo estaban repletas de luces, que se oyen gaitas por doquier, todo bloqueaba mi sentido del tiempo y cuando me daba cuenta de la hora que era, salía corriendo  a la parada a agarrar el carrito que me llevara a casa.

Al llegar a ella me recibía mi papá con un -¿Dónde estaba mija? -Disculpa papá, es que no me percaté de la hora, estaba viendo las tiendas. -Apúrese pues, su mamá ya le sirivó y se va a enfriar la comida. Soy la segunda de 10 hermanos, mantener una casa y 12 bocas que alimentar es muy cuesta arriba, somos 3 los que traemos el dinero al hogar, mi hermana Mariela es normalista y trabaja dando clases, mi papá y yo trabajamos en el concejo, mi papá es político, farmaceuta y sabe de todo un poco. Yo me gradué de técnico mercantil y trabajo como secretaria, nuestros sueldos nos permiten mantener la casa y las necesidades básicas, eso sí, que a ninguno de los pequeños les falte la educación, que estudien y se graduen es nuestro principal objetivo. Desde que llegamos a Maracaibo hace 15 años huyendo de la seguridad nacional, esbirros del gobierno de Marcos Pérez Jímenez, causantes de atroces actos de tortura en contra de Venezolanos que luchaban por sus ideales y por ver una Venezuela libre para ellos y para sus hijos, algunos no lo lograron, otros sí y las secuelas de esas torturas le recordaban cada día lo que es vivir en dictadura. Nosotros tuvimos suerte y gracias a diferentes "pitazos" pudimos salir a tiempo en diversas ocasiones, cargando con lo que podíamos llenábamos el carro y nos dirigíamos de un lugar a otro, fuimos emigrantes hasta que llegamos a Maracaibo bajo un fuerte aguacero, tuvimos que esperar en el zaguán con todo el corotero porque papá tenía alquilada la casa y los inquilinos aún se encontraban ahí.

Mis padres salieron de su Coro natal a muy temprana edad en busca de mejores condiciones de vida, fueron atraídos por el "boom" del petróleo que hizo que del campo emigraran al Zulia dejando atrás a sus padres, hermanos, tíos y primos, llegaron a tierra desconocida, corrían los años 30 y el Zulia estaba inhundado de empresas "gringas" que tenían las concesiones de extracción y distribución del petróleo Venezolano. Empresas como Shell o Chevron tenían el control de grandes campos petroleros y contaban en sus filas con personal especializado que llegaba de los EE.UU., también contrataban mano de obra nacional que era formada en diferentes áreas del negocio. Mi papá consiguió trabajo en la empresa como obrero y poco a poco fue demostrando su valía y su capacidad de aprendizaje, ganándose el respeto y admiración tanto de locales como extranjeros.

Mi mamá llevaba a cuestas la casa y las diferentes barrigas que una tras otra aparecían, su carácter se fue forjando con los años y llegó a ser la matrona del romeral, madre de 10 hijos, mujer fuerte y recia, dueña y ama de todo, todas las decisiones pasaban por ella y todo se hacía como ella lo indicaba. Mi papá lo consultaba todo con ella y le pedía consejo, era una pareja inquebrantable, sólida y que desprendía amor, a pesar de la situación económica que teníamos sus abrazos y besos nos daban fuerza para echar pa'lante, ellos son nuestro referente y modelo a seguir.

Se acercan las fechas señaladas en diciembre y mi papá está muy afectado porque no tendremos cena, lo que hacía que estuviese irascible, a pesar de ello se logra contener y trata de buscar calma de donde no la hay. Por nuestra parte hacemos que todo pase como un día cualquiera, pero sentimos un poco de tristeza por los menores, ellos esperan que el niño Jesús les traiga algún juguete, Mariela les prepara unas muñecas de trapo a las niñas y yo buscaré algo para los niños, no será lo que pidieron pero algo es algo. Sacamos los adornos que tenemos guardados de otras navidades y los juntamos con los que trajeron los niños de la escuela y le damos un toque navideño a la casa, así lo hacemos más llevadero.

Es víspera de navidad y en la oficina lo menos que se hace es trabajar, todos están reunidos, brindando y comiendo, escuchando villancicos y gaitas, todos celebran la llegada del niño Jesús, yo no estoy muy de ánimo por lo que decido terminar mi jornada un poco antes, justo en ese instante llega Idelfonso y deja encima de mi escritorio una cesta inmensa con jamón planchado, embutidos, turrón, chocolates, vino espumante y otras cosas que no alcanzo a detallar. -¿Idelfonso qué haceis? -Te traigo tu cesta Margarita, -¿Cómo que mi cesta?, yo no te he comprado ninguna cesta y no te puedo aceptar el regalo, lo siento. -Margarita por Dios, es la cesta que te ganaste por la rifa del concejo. Recordé que hace unas semanas atrás pasó y le compré una rifa por 5Bs., era lo único que tenía en la cartera pero me dio pena no colaborar. -Que si quereis me la llevo...-¡¡¡¡Noooo!!!! exclamé con una sonrisa inmensa en la cara. Esa noche tuvimos nuestra cena, la cara de mis padres y hermanos era un poema, un poema de felicidad y alegría, fue nuestro milagro de Navidad. 

En la noche todos juntos y alrededor de la mesa mi papá levantó su copa y dio gracias a Dios por los alimentos, brindó por los presentes y los ausentes, por la unión familiar y por un nuevo año lleno de salud para toda la familia. A partir de entonces no fue que vivímos en abundancia, pero gracias a Dios no nos faltó nunca más la comida en la mesa. 

Para aprender a valorar el calor hay que pasar frío.

Actualmente muchos de nuestros hijos y nietos han emigrado por la situación caótica que se vive en Venezuela, ellos al igual que mis padres y nosotros emigran pero a otros países con el mismo objetivo, mejores condiciones de vida y huir de un régimen que ahoga y destruye. Llevan con ellos esperanza, ganas de trabajar y dar lo mejor de ellos. A pesar de su ausencia y que los extrañamos demasiado, mantenemos la alegría, a pesar de todo soñamos con reunirnos nuevamente y estar todos juntos alrededor de la mesa brindando y celebrando la vida.

¡Feliz Navidad y un próspero año 2.019 para todos!

Defensa de la alegría
Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.




 Mi nombre es Kassem y Soy Zuliano.