miércoles, 15 de junio de 2022

Navidad en primavera

Los días previos

Los días previos a mi viaje eran ansiedad pura, pensaba en muchas cosas, no solo en la felicidad que me llenaría el alma y espiritu al reencontrarme con mi familia y amigos, sino también en alejarme por tanto tiempo del lado de mis hijos y esposa. Eran sentimientos encontrados y que no se disiparon durante toda mi estadía. Gracias a Dios, todo salió perfecto.

Todo comenzó el año pasado cuando pensé que era el momento de volver al terruño, siempre había algo que me limitaba, pero tomé la decisión de que sería este año el elegido para el tan esperado reencuentro con la familia y los amigos que aún residen en Maracaibo y Cabimas.

Pero la idea básicamente era llegar de sorpresa, sin avisarle a nadie, sin que nadie supiese, para ello necesitaría una distracción, e ideé un viaje a la playa de regalo para mi hermana Joselyn por su cumpleaños. "Dote", como cariñosamente Mohamed la bautizó, arriba a su 40 aniversario, ella es la única de los 4 que está en Venezuela, aguantando y defendiéndose como gata panza arriba, echando pa'lante y trabajando duro, como todos en la familia. A ella le encanta la playa, por lo que era el plan perfecto para mantener ocupada a la gente sin pensar en lo más mínimo que podría aparecer por aquellos lares.

Al principio lo planteé como una sorpresa para Joselyn, para ello contacté a Irwin (su pareja), y a mis primos Mariale y Ronald para que empezaran a planificar lo que sería la comida y bebida del viaje, ya que por mi cuenta correría la casa y transporte. Ambas cosas fueron complicadas de conseguir, pero al final todo fue genial.

Joselyn en su afán de ir a la playa comenzó a buscar casa para viajar en Semana Santa, Irwin al verla tan decidida me advirtió que debíamos decírselo antes de que consiguiera una. Me pareció buena idea, así ella también estaría inmersa en los preparativos. Para ello nos reunimos los niños y yo, para así darle la noticia. Ella se emocionó muchísimo y no paraba de decir que no lo podía creer, los niños felices y conocedores de mi viaje le repetían que disfutara mucho y que con eso bastaba, que no se esperara nada más. Lo que ella, ni nadie sabía era que formaría parte del viaje.

Al acercarse la fecha de salida de Barcelona, mi corazón latía a mil por hora, intentaba convencer a tío Solís y a tío Eusebio para que fueran y nos acompañaran. Tío Saúl y tía Marianela estaban haciendo lo imposible para ir, ya que se encuentran en Caracas y no saldrían de Maracaibo con el resto de la familia. Fueron momentos de tensión ya que pensaba que no podríamos estar todos, tal y como lo había pensado desde el principio.

La recogida en el aeropuerto la orquestamos entre mi hermana Jeanmery, mi cuñado José y yo, haciéndole creer a mi tío Solís que debía buscar a un amigo de José llamado "Hugo Pérez" (mi compadre), cuyas características son estatura media, moreno y con barba, rasgos completamente opuestos a los míos. Me tendría que esperar con un cartelito con el nombre de "Hugo Pérez" y ni se imaginaba que sería a mí a quien iba a recibir.

El viaje

Llegó el día, saldría de Barcelona con destino a Panamá y al día siguiente volaría a Maracaibo. Parecía que no pisaría el suelo Zuliano, que se me resistía, el vuelo de Madrid a Panamá duró una eternidad, vi 3 películas 1/2 (Dune, que es más larga que un peo de culebra; La últmia noche en el Soho, muy buena, Reminiscencia, no está mal; El escuadrón suicida, malesema como la Vox) y dos capítulos de The Big Bang Theory.

Una vez en Panamá lo veía todo más claro, la cosa pintaba muy bien, nadie sospechaba nada y estaban todos concentrados en el viaje a la playa. Por mi parte preparaba maletas y solo pensaba en abrazar a "Dote". Salimos al día siguiente y todo iba muy bien, ya se podía divisar el Lago de Maracaibo y el puente, el piloto anuncia el descenso, y justo cuando estábamos a punto de aterrizar levantó vuelo nuevamente, de inmediato la mayoría de los pasajeros empezaron a sacar conclusiones como si ellos fueran el comandante de la aeronave, otras personas apretaban los puños y rezaban, otras reían y contaban chistes para bajar la presión, tanto la de ellos como del resto. Todo fue una simple anécdota y en cuestión de minutos volvimos a iniciar el aterrizaje y esta vez finalizó sin problema.



La llegada y el encuentro

Durante la espera de las maletas me acomodé la gorra, me subí la mascarilla y me puse los lentes oscuros, no sería fácil reconocerme, por fin atravesé la puerta de salida y ahí estaba mi tío, parado en la salida de la terminal internacional, casi a punto de irse, poco convencido de que el señor "Hugo Pérez" aparecería por ahí, pero como se había comprometido, ahí estaba. Le grité desde lejos..."-Hugo Pérez, ¿estais esperando a Hugo Pérez?", de inmendiato respondió que no, ya que no le cuadraba la descripción que le habían dado del personaje, me le acerqué más y le pregunté "-Me dijeron que vos estabas esperando a Hugo Pérez", en ese momento no le quedó más remedio que asentir. Me le paré en frente y le dije "-Bendición tío" y lo abracé, no decía una palabra, estaba en shock, paralizado, no sabía que estaba pasando..."-¿Ya sabeis quién soy yo?" le dije mientras nos abrazábamos y llorábamos, lo único que atinó a decir es "-los voy a joder".

Ahora tocaba encontrarme con "Dote", "Badro" me dijo que la chiquitica andaba por la calle, pero que llegaría a la casa más o menos al mismo tiempo que nosotros, que ella estaba moviendo sus hilos para que regresara rápido. Pensamos que lo mejor sería que mi tío se bajara primero y la llamara para pedirle el baño prestado. Así fue, llegamos y ella salió nerviosa, evidentemente, porque no se esperaba a tío por ahí a esas horas, en eso bajé del carro con el celular en la mano, la pobre pensaba que era un atracador y que el celular era una pistola, me le paré en frente y le dije "-Hola 'Menguele', soy yo", la frase fue suficiente para saber que era su hermano mayor y no un atracador el que la estaba apuntando con el celular y no con una pistola. Abrió la puerta como pudo, ya que temblaba de la cabeza a los pies, nos fundimos en un abrazo y besos continuos, sin ella saber muy bien lo que pasaba.

Luego de comer mi respectivo patacón de pernil, nos dirigimos a casa de mis abuelos maternos, ahí me esperaba el encuentro con mis tías (Marisela, Liris y Sara) y con mi tío Alejandro, sería algo muy emotivo debido a la reciente desaparición física de mi tía Sonia, lo que imprimía una carga extra a los 6 años sin verlas. Las "muchachas" estaban en la sala sentadas a oscuras (no había luz en la zona), y al escuchar mi voz se levantaron, nos abrazamos, lloramos y dimos gracias a Dios por ese momento.

Todo estaba como siempre, todo en su lugar, los elefantes de mi tía en la mesa pequeña de la entrada. El comedor, la cocina, los cuartos, el fondo, los loros y la mata de semeruco. Hacíamos chiste del encuentro en el aeropuerto con mi tío Solís, hablamos de los niños, de Ray, fue un momento muy emocionante. Mariale llegó justo cuando me estaba yendo, pero eso no impidió que nos diéramos un abrazo fuerte, lleno de ternura y cariño.

Nos despedimos con la ilusión de vernos al día siguiente, domingo de dominó y sopa en Nueva Vía.

El domingo me reencontraría con mis primos Ronald y Román, estaba muy emocionado, son mis hermanos y hemos estado separados por mucho tiempo. Cuando llegaron fue algo inexplicable, nos abrazamos y lloramos de una manera tal que no encuentro palabras para describirlo, lo único que le dije a Román fue "me disculpais cuando la cague en el dominó, llevo mucho tiempo sin jugar". Nos reímos y nos fuimos directamente al fondo a comenzar la partida.

Más tarde llegaría mi prima Diana y José Luis (su papá), fue muy triste que no llegara tía Sonia con ellos, los 3 lo sabíamos pero no hizo falta decir nada, su ausencia pesa tanto, pero hay que seguir adelante, aprovechar el tiempo y vivir.

Subí a ver a mis primas y primos por parte de padre, Jaima, Amanda, Randa y Salma, estaban en la cocina preparando las exquisiteses que venden, aproveché para que me dieran los tips necesarios para preparar la tan recordada crema de leche que hacía mi papá. Échamos cuentos de los niños, de la ciudad, de lo difícil que es estar separado tanto tiempo de la familia y la falta que me hacen.

"El cerro", como así le dicen desde siempre, era un sitio en el que te recibía el señor Manuel sentado en su silla de mimbre y en la mano su rosario (misbaha),  y la señora Sofía (prima hermana de mi papá), pequeñita, pero con un cariño y una luz asombrosa tan grande que no cabía en su envase. Ninguno está físicamente, pero al subir las escaleras, es como si aún estuviesen ahí.

Volví a casa de mis tías, me senté y comencé a enviar mensajes a mis amigos, ninguno podía creer que estuviera en Maracaibo, cuadré con ellos para vernos lo más pronto posible, serían pocos días en la ciudad y había que sacarle el jugo a la estancia.



El Cumple y La Playa

El 31 nos levantamos temprano y fuimos a desayunar junto a la cumpleañera, tanto tiempo sin estar con la negrita el día de su cumple, es la chiquitica de la casa y así lo será siempre. Fue todo muy sencillo y bonito, en la noche unas pizzas (muy buenas por cierto), una cervecita para brindar y a dejar todo listo para arrancar a la playa al día siguiente.






















Todo estaba preparado y en orden para el viaje, maletas, bolsas, hamacas, víveres, bebidas y lo unas ganas increíbles de volver a Falcón después de tantos años.

Quedamos todos en casa de mis tías en Nueva Vía, llegamos muy temprano a la espera del transporte. Estábamos muy ansiosos, parecíamos niños pequeños que viajan por primera vez. Recordé cuando era niño y tenía que madrugar porque tía Mary nos iba a pasar buscando a las 05:00 a.m., ya que supuestamente saldríamos a las 06:00, cosa que nunca sucedía y terminábamos arrancando a eso de las 09:00 (con suerte).

Llegó el transporte y todos arriba, hasta "Tobi", el perro de Diana y María de los Ángeles tenía su asiento reservado. Llegamos al puente "General Rafael Urdaneta", cuánta razón tenía Norberto Pirela, y es que es algo inexplicable, un sentir que solo el Zuliano entiende, una nostalgia que al que emigra no se le desprende jamás, unas lágrimas que brotan sin querer y un corazón acelerado que se quiere salir del pecho.

No podían faltar los "sangüches" que preparamos para el camino, los de pan francés mis preferidos. Y después de comer, el roncito...nos bajamos un par de botellitas hechos los "Willys".

Mene Mauroa, Dabajuro, La Concepción, Urumaco (desierto fósil), Coro y sus médanos, Punto Fijo y por fin Villa Marina. No hubo problema en conseguir las casas, llegamos y ahí estaba la playa, calmada, intacta,  e igual de fría como siempre, esperando por nosotros, esperando a los Romero.

No pasó mucho tiempo cuando llegó mi tío Saúl, tía Marianela, tío Eusebio y Miguel Ángel, fue un momento lleno de lágrimas y abrazos que esperaron mucho tiempo en ser dados y que venían cargados de emotividad. No hablamos, solo lloramos y nos abrazamos.

A partir de ahí fue todo como siempre, como lo recordaba, dominó, caña, comida, risas, cuentos, anécdotas, chistes y familia. Cada quien se acomodó como bien pudo, en cuartos, muebles, hamacas o directamente no durmió, esperó el amanecer y luego se fue a la playa a echarse el respectivo primer baño del día.

El sábado y domingo contamos con la presencia de más familia, Milagritos, Enrique, Jhonny, Martín y Carlos. Rememoramos tantos y tantos momentos, tantas anécdotas que nos pintaron sonrisas en la faz. Preparamos comida, compramos empanadas y pescado en el pueblo, fue algo maravilloso el estar y compartir de nuevo.

Antes de la despedida, tío Eusebio nos deleitó con su cuatro y melodías propias y de terceros. La mejor, la que le dedicó a mi abuelo Gregorio.

Era inevitable no recordar a los que partieron de este plano, el viento Paraguanero y el mar con su oleaje me trajo a la memoria una canción que en cada viaje cantaban en el maverik de tía Mary.

Sombra en los Médanos

Bajo el claror de la luna,
sobre las tibias arenas,
entre cardones y tunas,
un chuchube modula un cantar.

De otros distantes paisajes,
surge un concierto de besos,
es el mar que, con su oleaje,
viene a la playa a besar.

Los cujíes lloran de dolor
de mi vida mustia de esperar,
las caricias de un lejano amor,
que ha sombreado mi peregrinar,
y en la ruta que marca el destino
sobre las arenas que esperan caminos
dolorosamente se alarga mi sombra
sobre el medanal.

Autor(es): Rafael Sánchez López




Los amigos

Volver después de 6 años a Maracaibo representó momentos especiales uno tras otro. El reencuentro con Lorena, Javier, Mirché, Greco, Johanna, Yara, Heberto, María Alejandra, Miguel, Bella, David, Remigio, Ennio y "Baba" fue algo increíble. Faltaron muchos por ver, unos que emigraron buscando mejores condiciones de vida para su familia y otros que por temas de logística y tiempo me fue imposible, pero está claro que me hubiese gustado verlos a todos.

Fui a ver jugar a Venezuela con Ennio y David, amigos inseparables de vida y fútbol. Después nos acompañaron Heberto, María Alejandra, Bella y Miguel. De ahí a comer en un puesto de perros en Indio Mara, echando cuentos de la familia y de tantas cosas de las que hablábamos con frecuencia en su casa, con los Van Van de música de fondo y unas cervecitas bien frías.

Lore me invitó a su casa, me tenía desayuno y una botella de ron para Ray, eché una zorrita en el sofá, conversamos un buen rato. Pasamos un lindo día. Sois una amiga increíble...¡te quiero mucho! 

Pasé buscando a Javier, fuimos a jugar dominó con mis primos, tuvimos que dar un poco de vueltas pero al final llegamos a casa de mi primo Román, el mejor sitio para jugar, el calor del hogar nada lo iguala. Tequeños, ron, música y familia.

Una de las mayores alegrías fue ver a Mirché y a Greco, siempre estamos en contacto por mensajes para saber los unos de los otros o para comentar una película o serie. Quedamos para comer y luego para hacer un café, ese día me llevaron unos dulces increíbles que preparó Mirché, casi no llegan a la casa. Fue un encuentro muy lindo y con los sentimientos a flor de piel, donde los 3 pudimos vernos a los ojos y compartir lágrimas, han sido años duros y difíciles.

No podía faltar la salida grupal, quedamos en la vereda del lago para tomarnos unas cervecitas, pero antes, ver al Barça jugar junto a Miguel y a Heberto, una musiquita, cuentos y más cuentos. A la vereda los primeros en llegar fueron Lore, Javi y Johanna. Luego Yara y Alvez. Miguel y Bella. Heberto, María Alejandra y un pana. Nos tomamos unas cuantas hasta que nos botaron, me tiré unos pasos de flamenco e improvisé como camarón de la costa. Como la cosa no podía terminar ahí y recordando aquellos tiempos cuando nos íbamos a "Kaos" hasta el amanecer, nos dejamos llegar a un sitio con buena música, cerveza fría y mesa pa'jugar truco. Le dimos una paliza a Lore y Johanna (si dicen lo contrario es mentira, estaban borrachas), no nos vieron luz a Javi y a mí, les dejamos ganar una para que no se sintieran mal. Bella y "La flaca" me concedieron el placer de bailar con ellas...¡¡¡gracias muchachas!!!

Antes de regresar quedé con Remigio y con "Baba" a comer pasteles en un sitio nuevo que no conocía, molleja de buenos los pasteles, pero el tumbarrancho de pernil es otra cosa...Dios santo de la vida, una vaina de otro mundo. Remigio me regaló un sombrero guajirero y el "Baba" como siempre echando sus cuentos, nos pusimos al día, contando como ha sido toda esta transición post pandemia, la familia, el trabajo, los conocidos y recordando momentos de nuestra adolescencia, cuando solo nos preocupaban los deportes.

Muchas gracias amigos, los quiero que jode.


















Cabimas

Gracias a tío Solís pude acercarme a Cabimas y visitar a parte de la familia, la situación de repuestos y gasolina me restringió mucho para hacer todo lo que me hubiese gustado, pero doy gracias a Dios porque a pesar de todo, logré compartir con ellos.

Fue llegar a la casa de Ray, con Mary esperándonos, Iván, Raynes, Mireya...fue hermoso. Revivir momentos, ver fotos de los niños, tomarnos una cervecita, parrillita, la risa de mi cuñada, las ocurrencias de Iván, es como si el tiempo no hubiese pasado, a pesar de que sí lo ha hecho y ha dejado sus huellas.

La despedida fue más triste de lo que esperaba, quizás era que sabía que Ray estaba llorando en Barcelona por no poder estar ahí con su hermana y estábamos conectados.

Después fuimos a ver a Licha, la madrina de Dote, una mujer increíble, con un corazón noble y una de las personas más incondicionales que conozco. Quedamos en vernos en la vía y ahí estaba ella con sus nietos putativos; niña y niños que no conocía pero por lo visto ellos a mi sí a través de las redes sociales, que me transmitieron mucha humildad y bondad.

Fue corto el encuentro, pero necesario...de ahí, de vuelta a Maracaibo.




La China

No podía irme sin visitar a mi amada virgen de Chiquinquirá, sentarme y contemplarla, pedirle por mi familia y por el eterno descanso de nuestros seres queridos que ya no están físicamente entre nosotros. Caminar por la plazoleta, admirar la basílica y el paseo ciencias con sus colores y de fondo la iglesia de Santa Bárbara. 


La familia

Fue poco el tiempo y se fue volando, intenté hacer de todo y compartir con todos, pero está claro que me faltó tiempo y mucha gente por visitar.

Almuerzo en casa de tío Solís, Norma y Juanjo. Cena en casa de Román, Lourdes y Román Alejandro. Desayunamos en casa de tía Olga con Karin, Luis, Mikari y la beba. Visitamos a Carmen y a Jesús David. Almorzamos pescado frito con tía Marucha, tía Liris, tía Mary, Dote, Irwin y Naty. Y el colofón fueron las pizzas junto a Diana, María de los ángeles, Mariale, Juanjo, Román Alejandro, Ronald, Román, Amanda, Randa, Wisam, Dote, Lourdes, Alejandra, Valentina, Irwin, Tía Alba, Tío Solís, Norma, Naty y los padres de Irwin. Fue una noche muy linda, con luces, música, llena de risas y amor.


La despedida

Las despedidas no son nunca fáciles, antes viajábamos cada diciembre a Venezuela desde que nos vinimos a España, y era duro despedirse, pero sabíamos que el diciembre siguiente estaríamos de vuelta. Hace seis años que no pisaba suelo Zuliano y no sé cuándo volveré, eso lo hace aún más duro.

En el aeropuerto mi tía Mary me llevó empanadas, tan bella.


Epílogo

No es lo mismo estar online y enviar un abrazo a tus seres queridos, que darse un fuerte abrazo. Recuerdo cuando mi papá sentado en la alfombra de su cuarto le escribía cartas a mi abuela que se encontraba en el Líbano. Cartas que le podrían llegar semanas después, y que aprovechaban el viaje de algún paisano que iba por aquellos lares. Imagino que le contaba que estábamos bien, creciendo, le metía algunas fotos nuestras y así nos tenía un poco más cerca. Los tiempos han cambiado y ahora nos vemos o hablamos cada vez que queremos, pero a pesar de eso, seguimos lejos. 

Fueron días plenos, llenos de emotividad, de amor, de risas y lágrimas. Quizás mucha gente que ahora esté en el exterior me comprenda más que hace unos años cuando escribía cosas parecidas, porque no es fácil transmitir lo que siento, no existen palabras para expresar lo grande que son todos ustedes. Los llevo siempre en mi mente y corazón.

Mil gracias a todos...los amo familia.





Mi nombre es Kassem y soy Zuliano.