martes, 25 de junio de 2019

Huracanes

Con el título dirán (los futboleros), ya nos viene a hablar de fútbol nuevamente, y no...no me refiero a Huracanes el equipo de fútbol argentino, les quiero contar sobre nuestro equipo de basket.

Como es bien sabido y ya relatado en otras ocasiones, vivimos del y por el deporte, el deporte de temporada siempre venía acompañado de aventuras y peripecias para poder practicarlo. 

Con el basket pasaba que jugábamos en la calle en frente de la casa de Toño, ahí había un tablero que los Villalobos montaron. Era un tres para tres normalmente, casi todos jugaban muy bien, yo no destacaba, solo que era de los altos y uno que otro rebote agarraba y un punto de vez en cuando hacía. Moha y Jesson (QEPD) casi siempre jugaban en el mismo equipo, parecía más hermano de él que mío, con todo y eso, a veces se peleaban, pero no trascendía nunca.

Como no podíamos salir de casa entre semana nos inventamos una cancha en la mata de mango del fondo, con un rin de bicicleta viejo que conseguimos en el terreno. Moha, Remigio y yo nos pasábamos la tarde jugando. Después la mejoré, conseguí un tablero más grande y un aro decente, lo montamos en el bajareque que divide mi casa con la de Remigio. No estaba tan alto, con lo que aprovechábamos para hacer "campeonatos" de clavadas, cosa que no podíamos en las canchas con el aro a la altura oficial.

De ahí pasamos a la casa de Gabo a jugar, el sí puso un aro como Dios manda en el fondo de su casa, en la mata de mango, con un tablero y aro de los buenos. Ahí jugábamos dos para dos por el tamaño del patio, a Mohamed y a Jesson (QEPD) casi nadie les ganaba, establecían récords de victorias consecutivas, eran muy buenos. Yo me quedaba a jugar con Carlos, hermano de Gabo, el más pequeño en edad y tamaño, que nos veía con cara de "yo también quiero jugar", pero era evidente que nadie lo quería agarrar, ya que todos querían ganarle a los campeones, pero bueno, yo lo que quería era pasar el rato y le decía para jugar. Uno de esos días de muchas victorias seguidas, jugamos Carlos y yo, y aunque no lo crean ganamos, recuerdo que de tres puntos era pegado a la pared y al portón, lo que hacía esquina, a ellos solo les faltaba un punto y a nosotros tres, recogí el rebote tras fallo y salí corriendo al rincón, sin voltearme (sí, de espalda), lancé el balón por encima de mi cabeza, hizo una parábola muy amplia que terminó con el balón pegando en una rama bastante gruesa que estaba justo arriba del aro, el balón al impactar bajó en línea recta y entró, era un final típico de juego de NBA mezclado con Looney Tunes, Carlos brincaba de la alegría y Mohamed arrecho porque no es posible que yo siendo tan zorro para jugar, les haya ganado. Perdimos con los siguientes, y los muchachos siguieron ganando, pero ese recuerdo es imborrable.

Para la época (1.991-1.992) los ídolos del Basket eran Michael Jordan, Clyde Drexler, Jeff Malone, "Magic" Johnson, Shawn Kemp, Gary Payton, Patrick Ewin, entre otros, cada uno tenía un jugador y un equipo preferido. Mi tío Saúl que trabajaba en "La Polar", una de las dos cerveceras más grandes del país, entrenaba a su equipo de basket, y un día nos invitó a Moha y a mi a jugar un torneo de 3 para 3 en La Rotaria. Por supuesto que dijimos que sí, nos vestimos y nos pasó buscando, jugamos Víctor, Moha y yo, llegamos a la final y la perdimos, pero no estuvo mal, recuerdo que Moha no se porqué lanzaba como Kevin Duckworth, un jugador de los Portland TrailBlazers que habían llegado el año anterior a la final contra Chicago Bulls, el cual tenía un estilo característico al lanzar, que es en suspensión, pero con una mano. El suelo estaba mojado porque había lloviznado, y creo que Moha lo usó como medio de control ya que no se quería arriesgar a penetrar. Pablo y Alfredo fueron los árbitros, ambos estudiaban en la Licenciatura, vivían por la zona y eran los mejores jugadores de basket amateur que he conocido, jugaron en el equipo de la Facultad y nos representaron en muchos de los torneos nacionales. Al final del partido hablamos un rato y conversamos sobre los errores que cometimos y donde podíamos mejorar.

Mi tío desde ese momento creo que tuvo la idea de formar un equipo de basket en la familia, de entrada estábamos Ronald (el cartero Karl Malone), Mohamed (que era Shawn y el guante Gary Payton), Víctor (Terry Porter), Román y yo. Le dijimos a nuestros amigos, Jesson (QEPD) (John Starks), Toño, Cuco y Remigio. Y le comenté a Sebastiano y a Daniel, a ver si se animaban y le echaron bolas.

Éramos los osos revoltosos del basket, nada de seriedad, pura guachafa, y aunque mi tío le intentaba dar formalidad al asunto, era casi imposible cuando cada uno iba por su cuenta, pero nos entusiasmaba la idea de jugar en torneos y competir.

En el primer entrenamiento todos nos preguntamos cómo se llamaría el equipo, y mi tío dijo "Huracanes", lo cierto es que no se de dónde le vino el nombre a tío, pero gustó y así quedó. Los colores del uniforme eran blanco con rojo, casualmente los mismos del equipo de fútbol argentino.

Tuvimos varias prácticas, luego llegaron los juegos de preparación, juegos a los que nos costó estar todos juntos. Un día salimos todos de casa de mis abuelos maternos, eran dos carros, el de mi tío y el de Daniel. Mi tío agarró la autopista número 1 y se nos perdió, llegamos a donde creíamos que era el partido, pero no había nadie, dimos unas vueltas y nos regresamos sin jugar. Era una época sin celulares, ni Google Maps, ni Whatsapp, ni mensajes de texto, la gente salía y si se perdía se regresaba. Después nos contaron que jugaron en una cancha que estaba desnivelada y contra unos locos, la cosa no pintaba muy bien.

Luego de varias prácticas tío nos llega con la noticia que jugaríamos un torneo en el colegio Gonzaga, uno de los colegios más antiguos y famosos de Maracaibo. Al parecer cada año lo hacían y mi tío consiguió inscribir al equipo. Todos estábamos muy entusiasmados por el hecho de participar en nuestro primer campeonato. Llegó el día, estábamos muy nerviosos, el debut era contra el equipo local y actual campeón del torneo. Los árbitros para sorpresa nuestra eran Pablo y Alfredo, ambos ex alumnos, y como tal, decidieron participar y apoyar durante los juegos.

El debut fue horrible, perdimos por 20 puntos, estábamos destrozados, no lo podíamos creer, pensamos que no éramos tan malos como para caer derrotados por 20 puntos. Pero hubo algo que nos llamó la atención, fue el comentario que nos hicieron dos niños mientras bebíamos agua, se nos acercaron y nos preguntaron -¿Cómo quedó el juego?, cabizbajo respondí, -Perdimos por 20 puntos...-Ahhhh, entonces ustedes son buenos, porque ese equipo siempre gana de 40 o más. Después nos enteramos que el jugador que metió casi todos los puntos y que medía casi dos metros, era un chamo que estaba visto para jugar en profesional. Mi tío nos alentó y dijo que era el primer juego, que el segundo ganaríamos. Estaba claro que como entrenador debía decirlo, pero además confiaba en nosotros y en lo que el equipo podía dar. Costó mucho pero ganamos el siguiente partido, fue por un punto, recuerdo que mi tío saltó a la cancha emocionado por ser el primer juego que ganábamos.

A partir de ese momento comenzamos a cosechar victorias y a jugar cada vez mejor. Los partidos se tornaban cómodos y los muchachos ganaron confianza. Ahora saltábamos a la cancha mucho más tranquilos y sin esa presión del primer juego, sentíamos que estábamos jugando en las lomas, o en la universidad, que estábamos en el fondo de la casa de Gabo donde Moha y Jesson (QEPD) eran imbatibles, y por ende no les gustaba soltar la pelota, querían hacer todos los puntos ellos. Recuerdo en un juego que mi tío pide tiempo, explica la jugada donde moveríamos la pelota, Toño buscaba el espacio y Mohamed se la pasaría para que lanzara libre de marca. La idea era buscar un tiro limpio y fuera de la zona. La explicación fue perfecta, pero la ejecución no, cuando llegó a las manos de Mohamed, en vez de pasar penetró, solo se escuchó el grito de mi tío desde la banca...MOHAMEEEEEEEEEDDDDD...les dije que estaba arbitrando Alfredo verdad, y también les dije que era un gran jugador de basket, lo que no les dije es que también es muy ladilla, desde ese día cada vez que me veía en la facultad gritaba MOHAMEEEEEEEDDDD, cuando veía a Moha le gritaba MOHAMEEEEEEEEDDDDD, cuando jugábamos softball gritaba MOHAMEEEEEDDDDD, en el facebook comenta MOHAMEEEEDDD, es ladilla, pero un gran amigo y mejor persona.

Tal cual película llegamos a la final contra el equipo que nos ganó en el primer encuentro, contra los favoritos, contra los que nunca habían perdido. Mi tío se preparó a fondo para el partido, consultó bibliografía especializada y llegó ese día con una estrategia, siempre habíamos visto en la TV defensa en zona u hombre a hombre, pero mi tío nos pidió otra cosa, era una mezcla de ambas defensas, nos dijo que jugaríamos CAJÓN Y UNO. La defensa se basa en que 4 de los jugadores marcan en zona formando un cuadrado, y el restante debía marcar hombre a hombre al jugador que el entrenador indicase, que usualmente es el mejor del otro equipo. Para esa misión estaríamos Remigio y yo, para marcar a su mejor hombre. Ellos no se lo esperaban, la defensa les agarró desprevenidos y durante el primer tiempo solo pudo marcar 3 puntos. Estábamos ganando con una buena diferencia, todos estábamos inspirados, sobretodo Jesson (QEPD) que estaba jugando su mejor partido, penetrando, los tiros de tres, no sabían qué hacer. Cuando inició el segundo tiempo la presión en ambos equipos se empezó a sentir, la defensa resultó ser muy buena, pero todo tiene su lado no tan bueno, y lo que sucede es que la persona que marca hombre a hombre se suele llenar de faltas, Remigio salió por faltas y yo quedé con 4, lo que provocó que su mejor jugador estuviera más libre y empezó a anotar más.

Jesson (QEPD) era tremendo deportista y con muchas virtudes, pero entre sus debilidades estaba lo fácil que era buscarle pelea, y creo que los del otro equipo se dieron cuenta de eso. En una canasta pasó por delante de la banca del equipo rival y un jugador de ellos le gritó "zurdo marico", yo estaba en la cancha y pensé que Jesson (QEPD) no lo había escuchado porque pasó de largo, pero me equivoqué, se giró, se quitó la franela y le empezó a caer a golpes. Los expulsaron a ambos, pero está claro que salimos perdiendo nosotros. El juego se empezó a cerrar y ellos ganaron confianza, se acercaron y se pusieron por 2 puntos, parecía que nos íbamos a hundir, mi tío pidió tiempo, nos recompuso y pudimos aguantar, entre los rebotes defensivos y unas canastas mantuvimos la distancia, lo que a la postre nos daría el campeonato. Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, no solo por ganar el torneo, sino porque lo habíamos logrado entre familia y amigos, sin rivalidades ni egoísmo, no habían mejores o peores jugadores, sino simplemente los mismos de siempre.

Salimos de la cancha a tomar Gatorade en una licorería cerca del colegio, con el trofeo en las manos y celebrando lo que sería nuestro primer y único torneo. Luego participamos en otros campeonatos, se incorporaron nuevos jugadores, pero nunca fue lo mismo.

Hoy en día mis hijos Alexander y Adrián juegan en el equipo de basket de su colegio, lo que más me gusta es ver como se involucran y disfrutan con el juego, apoyan y motivan a sus compañeras y compañeros, la inocencia que caracteriza a los niños hace que el deporte sea más bonito y puro. Lo que menos me gusta es ver a algunos padres de otros equipos gritar, y en algunos casos insultar; empañando, enturbiando y dando un mal ejemplo a los niños.

¡Gracias tío por esos momentos!

Mi nombre es Kassem y Soy Zuliano.