martes, 1 de febrero de 2022

Gracias por todo

La vida te lleva por caminos inesperados, es todo tan frágil y pasa tan rápido que llegamos a pensar que es imposible que haya terminado, pero lástimosamente es así, ya sabemos que esto tiene sus reglas y por más que pensemos que nos las podemos saltar, siempre aparece algo que nos vuelve a sentar de golpe, que nos abofetea y consigue que estemos cabizbajos y meditabundos, cuestionándonos todo. Lo cierto es que hay que seguir adelante, hay que continuar y como decía tía Sonia (Q.E.P.D) "no le pare bolas a la vida hijo, que ella no te para bolas a tí".

La menor del clan Romero Añez, blanca como un pote de talco, bioanálista, cariñosa y jodida a la vez. Recuerdo que la vi a ella y a tía Marucha en la televisión en casa de mis abuelos, en un televisor inmenso que estaba en la sala, nada de TV a color, era blanco y negro. Estaban participando en "Viva la Juventud" si mi memoria no me falla. Yo no entiendía muy bien lo que estaba pasando, era muy pequeño, pero mi familia estaba muy emocionada.

Cuando hacías algo malo o que a ella no le gustaba se te quedaba mirando, te sostenía la mirada como en un concurso de ver quien aguanta más sin pestañar. La que cuando se emocionaba viendo "Los Ángeles de Charlie", "Daktari", "El hombre nuclear" u otra serie de Venevisión de su época metía la cabeza en la almohada, gritaba y la movía de un lado a otro, tantas veces que la vi haciendo lo mismo.

Ella era diferente, en una familia donde todas y todos juegan dominó, desde el más grande al más pequeño, a ella no le gustaba, pero una vez a la cuaresma la veías sentada jugando y no lo podías creer, de hecho lo hacía muy bien.

Me enseñó a bailar, fue mi maestra en un tiempo díficil...la adolescencia. Fue mi pareja de baile por mucho tiempo, hasta que sintió que ya podía ir solo y me soltó. Aún así, siempre una pieza bailábamos recordando los viejos tiempos.

Una víspera del día de las madres me preguntó qué le había comprado a mi mamá, le dije que nada, que no tenía dinero. Se levantó del tirón de la cama, salió del cuarto y con su voz recia me dijo, "-Que sea la última vez que usted me diga que no le va dar nada a su madre", en ese tiempo mi tía Mary vendía fantasía, ella sacó la caja y me dijo "-Escoja algo y lo pagamos entre los dos".

La vi llorando mucho, estuvo mucho tiempo triste, se enamoró y fue muy dura la separación, pero la vida le dio el regalo de dos hijas, hijas a las que amó, enseñó valores, llenó de cariño y cuidó siempre.

Siempre que hablábamos me preguntaba qué hora es, cuando le decía la hora recordaba que mi mamá preocupada le comentaba, "-Ese muchacho no duerme Sonia", y ella me mandaba a dormir.

Ahora tía ya no está físicamente, pero su recuerdo y sus enseñanzas seguirán vivas en todos nosotros. La recuerdo feliz, alegre, bailando con "El Chino", hablando con Jaima, con una frase cariñosa, la recuerdo con amor.

Cierro con una parte del poema RETRATO de Antonio Machado:

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

¡Bendición!
Mi nombre es Kassem y soy Zuliano.