miércoles, 10 de agosto de 2016

3 Cuentos de verano

Amantes
Como cada noche Manuel llevaba a su perro a pasear a un parque próximo a su casa, el parque era bastante oscuro, contaba con apenas un par de farolas con luz tenue y amarillenta que en vez de propiciar un entorno de seguridad lo hacía más lúgubre y tenebroso. Manuel no sentía temor alguno del parque ni de la oscuridad que proponía la noche, salía a eso de las 23:00 de su casa, su mujer ya acostada leyendo le lanzaba un beso desde la cama, el cogía la correa, una pelota de tenis vieja y a su perro.
El perro se llama Güisqui y no era precisamente por el color de su pelo, sino que nuestro amigo Manuel es muy aficionado a esta bebida. En su casa mantiene una colección de botellas, muchas de ellas aún sin abrir esperando el momento justo para catar y disfrutar de su contenido, en las salidas con su compañero siempre lleva su ánfora hasta el tope del suculento licor.

Güisqui es un labrador retriever puro de color plata (Wikipedia), Manuel ha estado buscando el momento para implantarle un microchip con toda la información necesaria por si se llegase a perder, pero no lo encuentra aún. Güisqui es un perro muy inteligente pero Manuel lo debe sacar religiosamente todas las noches, en caso contrario se podría volver loco y llegar a destrozar toda la casa, y el parque se muestra como el sitio perfecto para que pueda correr, husmear, buscar y algunas veces y si hay suerte, hasta cazar.

Mientras Güisqui liberaba toda esa energía corriendo tras la pelota de tenis que Manuel le lanzaba, éste se sienta en un banco, lía un cigarro y comienza a fumar, toma un sorbo de su licor de 18 años y contempla un cielo de ciudad donde no se ve más que una o dos estrellas, poniendo la mente en blanco cierra los ojos y solo siente el humo del cigarro que penetra en sus pulmones y luego sale expelido por sus fosas nasales. Pasaron unos minutos cuando se percata que alguien se acerca, era una chica esbelta, cabello rizado negro, tez morena, y a pesar de la poca luz podía observar lo guapa que es, viene acompañada por su Labrador retriever de color crema casi blanco,  -¿cómo se llama? le preguntó Manuel buscando conversación, y ella solo por educación le respondió -Vodka , Manuel se sonrió y ella de inmediato replicó en tono irritado -¿qué te causa tanta gracia?  -nada, nada, disculpa! La chica se sentó en el mismo banco que Manuel pero al otro extremo, soltó a su compañera para que hiciera lo mismo que Güisqui. Cuando ya había transcurrido una hora desde que llegaron al parque Manuel soltó un silbido y dijo -Güisqui nos vamos, el perro salió corriendo hasta donde estaba su amo que le puso la correa y respetuosamente se despidió de la chica.

La siguiente noche al llegar Manuel al banco se consiguió de nuevo a la chica que inmediatamente le dijo -ayer fui muy grosera, cuando llamaste a tu perro caí en cuenta el porqué de tu sonrisa, curioso lo de los nombres ¿verdad?, por cierto me llamo Sofía pero todos me dicen Sofi! -Me llamo Manuel...mucho gusto, y no te preocupes, lo de ayer no tuvo importancia.

Así comenzó su amistad, cada noche se encontraban en el parque a la misma hora, sus conversaciones eran amenas y divertidas, él le hablaba de su afición por el licor mientras que ella le contaba de su trabajo y sus "hobbies". Los perros jugaban cada noche y se deprimían si pasaba un día sin verse. Una noche de verano ella estaba radiante, no hacía falta las luces de las farolas. Se sentó muy cerca de Manuel que pudo oler el perfume que el jabón dejó en su piel, sin mediar palabra le besó en la boca y él como atraído por un imán la abrazó y continuó besando. No hizo falta decir nada, a partir de entonces su relación pasó a otro nivel, sus encuentros en el parque eran más intensos cada noche, sus manos se deslizaban por los cuerpos hambrientos de pasión y sabían que rumbo seguir, cómo si se conocieran de toda la vida.

Las parejas de ambos empezaron a sospechar que algo estaba ocurriendo, Sofi tomó la iniciativa y habló con la suya, esa misma noche cuando esperaba encontrar a Manuel en el parque para comentar que pensaba dejar a su pareja él no llegó, pensó que algo le podía haber ocurrido por lo que decidió dar una vuelta alrededor de su casa, Vodka empezó a ladrar y Güisqui se asomó a la ventana siguiendo sus ladridos de forma desesperada, se quejaba como rogando que lo dejaran salir a ver a su amiga, pero no fue así, no salió ni Güisqui ni Manuel, Sofi entendió la indirecta y no tuvo más remedio que volver a su casa.

Una noche en el parque apareció un hombre con un labrador retriever y una mujer con otro, ambos perros salieron a jugar pero no volvieron a pesar de los gritos desesperados de sus dueños - Güisqui gritaba la mujer, - Vodka gritaba el hombre, ellos no regresaron, se perdieron entre la oscuridad de la noche y del parque, aquella oscuridad que sirvió de cómplice y celestino para unos amantes que no aprovecharon la ocasión de amar, hoy lo fue para otros, que más inteligentes no la desperdiciaron.


La televisión
Luego de cada día de trabajo los esposos se sentaban frente a la televisión a descansar sus pies y su mente, se estiraban en el sofá y conversaban de algo interesante que les hubiese ocurrido durante el día.

Así pasaron los años y aquella pareja tuvo hijos, a pesar de eso no perdían la costumbre de disfrutar de su momento solos frente al televisor, veían series dramáticas, cómicas, cómicas-dramáticas, películas buenas y otras no tan buenas, a pesar que en algunos casos se dormían en el sofá, el ritual se mantenía.

Viven en una planta baja que da a un parque interno pero público, en el que muchas veces ocurrían cosas que llamaban su atención, jóvenes fumando,  borrachos gritando, perros ladrando. En ciertas ocasiones observaban como algunos de esos personajes pasaban por el frente del ventanal y al ver a la pareja en el sofá se devolvían como si su intención inicial no fuese otra que caminar sin rumbo, a pesar de todo eso, sus noches transcurrían de lo más normal.

Una noche como otras tantas se fueron los niños a la cama, el padre los acompañó, luego de rezar y darles un beso a cada uno y antes de cerrar la puerta del cuarto los bendijo y deseó una feliz noche. Se dirigió a su lugar de retiro espiritual, se acostó en el sofá junto a su esposa que lo esperaba con la serie en pausa, era verano, de los más calurosos que se recuerda, por lo que la ventana estaba abierta para que el aire circulara y no se asfixiaran. Mientras veían la serie un desconocido se acercó a la ventana, no les causó ningún asombro, estaban absortos viendo la televisión, sin que tuvieran tiempo de nada el desconocido les disparó a ambos quedando muertos en el acto, la pistola tenía silenciador por lo que nadie se enteró de lo ocurrido.

Al día siguiente los niños se levantaron y buscaron a sus padres en la habitación principal, al no hallarlos ahí se fueron a la sala, cuando los vieron empezaron a jugar con ellos pensando que estaban dormidos aún, o que fingían, el mayor se dio cuenta de la sangre que brotaba del pecho de su madre y fue cuando se percató que ni fingían ni dormían sino que estaban muertos, él se lo trataba de explicar a su hermano menor pero ninguno entendía  lo que pasaba, ¿porqué nuestros padres están muertos?, el mayor gritaba por la ventana y el menor lloraba encima de ellos. Una persona se acercó a la ventana y le dijo al niño que le abriera, éste le abrió y el extraño se los llevó.

La puerta quedó entre abierta y un vecino que a las horas llegaba a su casa le llamó la atención por el ruido que hacía la televisión, llamando varias veces a los vecinos abrió la puerta y vio la escena en el sofá, consternado por aquello llamó a la policía que al llegar a la casa lo fulminó a preguntas, recogió a los cuerpos y se los llevó.
Sólo la televisión fue testigo de lo ocurrido aquella noche.

La petaca valiente
Era época de petacas (1) y José y Juan dos niños cuyos nombres parecen sacados de un libro de cuentos de primaria se levantarán temprano a construir lo que sería la mejor petaca de toda el barrio.

En el frente de su casa hay un cocotero que fue sembrado hace 15 años (ninguno de los dos había nacido), un cocotero cuyas ramas secas servirán para dar forma al artefacto que residía en la imaginación de Juan que era el mayor de los dos. Como era el mayor  se subió al techo de su casa con una agilidad inigualable, su mamá que lo vigilaba desde abajo le decía -mijo ten cuidado, a lo que él replicaba con la seguridad e inocencia que reside en la juventud -tranquila mami, yo tengo cuidado!

Con una varilla de tumbar mangos que su papá cuidaba demasiado (a su juicio), empezó a golpear las ramas hasta que éstas cedían y José cuando notaba que le faltaba poco las halaba procurando que no le golpeara la cabeza un coco.

Una vez las ramas estaban limpias y preparadas los niños tomaban las medidas de los trozos que utilizarían. Con un cuchillo le daban forma a la palma hasta tener los listoncitos, le hacían unas hendiduras en sus extremos por donde pasaría el pabilo (2), luego se atan formando una cruz, ¡pero había que tener cuidado! no se podían pasar con la cantidad de pabilo en el centro ya que le sumaría peso a la estructura y costaría que la petaca levantara vuelo. Ya tenían el esqueleto, ahora la tendrán que forrar, al ser muy pobres no se podían dar el lujo de comprar papel cebolla (el más ligero y el mejor para hacer la petaca) y pega, por lo que tendrán que improvisar, las bolsas de plástico harán la función del papel y el engrudo (3) que su mamá les preparará, el de la pega.

Faltaría la parte más difícil de la construcción, ¡los frenillos!, ni su mamá que era su heroína, sabía hacer unos frenillos perfectos, ella los guiará dándole los tips más importantes y ellos harán el resto, midieron cuidadosamente el pabilo, que el punto de unión de los 4 trozos llegasen a los puntos norte, este y oeste de la petaca, en caso que no cuadre tendrían que empezar de nuevo, es un trabajo meticuloso y que requiere concentración, no ser exactos provocará que la petaca se mueva de una lado a otro sin llegar a elevarse.

Por último el ornamento, lo que lucirá la petaca en las alturas, "la cola", para ello la mamá de los muchachos tendrá que rasgar algunas sábanas viejas que tenía guardadas y aún no se decidía a botar. Aunque parezca algo superficial era clave la cantidad de cola utilizada, ya que mucha no dejaría subir a la petaca y poca se volvería loca, debía ser proporcional al tamaño de la petaca.

Ya listos para elevarla se irían ambos al frente, a un terreno baldío que era su campo de béisbol, fútbol y hasta pista de "bicicross" para algunos niños del barrio que tenían bicicleta. Juan le da la petaca a José y le indica que se debe alejar lo más que pueda y que le indicará el momento justo para que la suelte. La espera se hace eterna, José cada 2 segundos pregunta -¿ya Juan? A lo que éste responde -No, aún no...no se debía precipitar, tenía que ser paciente, pero su hermano no contribuía, de repente Juan siente que una brisa le roza los brazos y grita -¡ahora José, ahora!, José impulsa lo más fuerte que puede con ambas manos la petaca, el artefacto empieza a subir y José corre agitando los brazos en señal de éxito y emoción, mientras Juan suelta y recoge pabilo, una especie de juego de tira y encoje para lograr que la petaca se mantenga en el aire, en un momento estaba muy arriba y Juan soltaba y soltaba más pabilo, José llegó y se sentó al lado de su hermano que en señal de victoria se encontraba con los pies cruzados y con un pedazo de palo de escoba que sujetaba el último hilo de pabilo que quedaba. -¿cómo lo hice Juan? Pregunta José a su hermano, -muy bien, perfecto, no veis lo lejos que está la petaca, José se hinchó de la emoción y le pidió a su hermano que si la podía sujetar, sin pensarlo le dio el palo y le dijo que tuviese cuidado.

Pasaron las horas y cuando fue momento de volver a casa, Juan empezó a recoger el pabilo, es un arte lo de enrollar el pabilo, es como si tejiesen sobre el palo de escoba con un movimiento de muñeca perfecto. El pabilo estaba muy tenso y debido a una fuerte brisa que pasó de repente, la petaca se picó, es decir, el pabilo se rompió, Juan veía como se alejaba con ojos de incredulidad y José lo zarandeaba para que intentara hacer algo, -¡se va Juan, se va!, -si José, pero ya no podemos hacer nada -nuestra petaca Juan, 
-es una petaca muy valiente José, estará bien a dónde quiera que vaya...mañana haremos otra.

Ambos se fueron caminando agarrados de la mano, la tristeza se iba disipando de solo imaginar que el día de mañana les depararía otra aventura como la de hoy.

(1) (Volantín, papagayo, cometa). Juguete hecho con un armazón de cañas y papel o tela que se mantiene sujeto con una cuerda. "Esa es la mejor petaca que todo el barrio ha volado" FuenteDiccionario Maracaibero
      Vermaracucholario
(2) m. Ven. Hilo gruesoresistentepoco tramadohecho de algodónque se empleaentre otras cosaspara tejer alpargatashamacas o cubrecamas. FuenteRAE
(3) 1. m. Masa comúnmente hecha con harina o almidón que se cuece en agua, sirve para pegar papeles y otras cosas ligeras.
    2. m. Can. Cola de pegar.
FuenteRAE

Mi nombre es Kassem y soy Zuliano!